Breve comentario sobre la «milonga universitaria» de la UAQ

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El día de ayer asistí a una milonga organizada por la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), dentro del marco del segundo Festival Internacional de Tango 2023; la llamaron “milonga universitaria”. 

La cita fue en el Auditorio de Contaduría y Administración. Como preludio a la milonga, Agustina Vignau y Hugo Mastrolorenzo presentaron el espectáculo “Vacío” —una joya que nada tiene que ver con la milonga en cuestión y todo, pues se enmarca dentro del mismo festival.

Terminando el espectáculo, sucedió lo protocolario de siempre: pasaron al escenario los directivos de la universidad para felicitar a las “estrellas de la noche”, hacer entrega oficial de los documentos impresos en papel que atestiguan la participación de Agustina y Hugo dentro del festival, solicitándole a la audiencia que continuáramos aplaudiendo más y más. Luego se tomaron las fotografías necesarias y el telón se cerró.

A las personas que íbamos también a la milonga, nos pidieron que saliéramos del recinto, que porque lo iban a adecuar para el siguiente evento.

Sólo para enmarcar la imaginación, les cuento que el auditorio cuenta con dos escenarios –para las estrellas– y dos espacios para la audiencia –la materia negra, ¿quizás?–. Uno de los escenarios está elevado, tipo teatro; allí fue donde Agustina y Hugo presentaron su espectáculo. El otro escenario es la cancha de basquetbol, que cuando no es escenario se convierte en espacio para la audiencia. El segundo espacio para el público son unas gradas al fondo, que en este relato tienen poco protagonismo. Así la disposición del espacio.

Estaba yo contándoles que una vez terminado el espectáculo tuvimos que salir del auditorio porque lo iban a adecuar. Habrán pasado unos minutos cuando pudimos volver a ingresar, sólo para darnos cuenta que el plástico gris que cubría el piso de duela de la cancha de basquetbol seguía en su lugar. Lo único que había cambiado era la disposición de las sillas, que ahora, en vez de estar enfiladas, estaban dispuestas en una forma en ∩, viendo de espaldas al escenario tipo teatro.

Las personas que bailamos tango, milongueras, tangueras, comenzamos a comentar entre nosotras sobre lo difícil que sería bailar sobre una superficie plástica. Algunas se cambiaron los zapatos a sus zapatos de baile y comenzaron a pivotar, para llegar a la conclusión de que el movimiento no sería uno fluido. La suela de mis zapatos es de vaqueta, por lo que pivotar no era tan terrible, pero no todas las suelas tienen esa materialidad y los giros se complicaban. Lo que me preocupaba a mí eran los pliegues de la tela plástica y sus uniones (muchas de ellas despegadas) y los posibles tropiezos que eso pudiera ocasionar. 

Comencé a moverme por el espacio y encontré que el piso estaba muy sucio: pedazos de cinta gaffer de eventos anteriores, pelusas, cabellos, polvo. Me acerqué con el staff para solicitarles una escoba y poder limpiar el piso. Se voltearon a ver entre sí, me dijeron que probablemente sí podrían conseguir una escoba, pero en eso, otra persona se acercó para preguntarles que porqué no nos prestaban mejor el escenario (tipo teatro) para hacer la milonga allí. Nos dijeron que ellos no tenían la autoridad para decidir eso, a lo que yo pregunté quién sí la tenía. En eso, un golpe de suerte, tal vez, iba pasando el director del festival, el Mtro. Pablo Cabral.

Cabral no sólo es el director del festival, sino que es director también del Enlace y Desarrollo Universitario de la Secretaría de Extensión y Cultura Universitaria, que de acuerdo a su página web, está enfocada a la mediación entre los universitarios y los sectores de la sociedad, en una búsqueda constante para fomentar el desarrollo humano y territorial, promoviendo proyectos con impacto comunitario que transforman realidades, desarrollando el capital social y teniendo como finalidad la transformación social. Así que me imagino que este festival tiene como finalidad generar un vínculo entre la comunidad universitaria de la UAQ y la comunidad tanguera de Querétaro y del país.

El tango, en estas latitudes, tendrá poco más de dos décadas territorializándose, por lo que ahora podemos encontrar acá una comunidad mediana de personas que bailamos tango. Así que el trabajo de mediación que realiza el festival ha caído en blando, colaborando de la mano de grandes personas milongueras y profesionales, como Adriana Torres y Daniel Ramírez, quienes son un puente entre la universidad y la comunidad de tango queretana y mexicana. En su mayoría, apostaría yo, las personas que asistimos a la milonga de anoche lo hicimos en apoyo al trabajo comunitario que Adriana y Daniel construyen a diario y llevan haciéndolo desde hace años, no porque esto forme parte de un festival internacional.

… no se debe maltratar a nadie y menos, desde una posición de poder, eso tiene que quedar claro y no dejaremos de recordarlo una y otra vez hasta que la dignidad se haga costumbre.

Así pues, Cabral entró en el foco. Les pregunté a las personas del staff si era con él con quien tenía que tocar el tema del piso de lona y me dijeron que sí. Él subió por las gradas, estaba buscando quién llevara a Agustina y a Hugo de vuelta a su lugar de hospedaje, por lo que aguardé a un costado suyo a que se desocupara. Una vez que esto pasó, casi se desliza de la conversación pero hice lo mejor que pude para que se diera cuenta de que había estado esperándolo para abordarlo. 

Le dije entonces —hola, qué tal, ¿tú eres quien organiza esta milonga?—, —sí— debió de haberme respondido. Le conté entonces mi preocupación sobre la calidad del piso, a lo que él me respondió —ese piso es un piso de danza— y yo le dije —tal vez sí de danza, pero no para tango—, —sí es para tango, es para danza— me dijo. —No, no lo es, en ese piso no podemos bailar—. Él continuó insistiendo que el piso era de danza. Le pregunté entonces que si él bailaba tango, porque digo, me estaba asegurando que se podía bailar tango allí y, a mi sorpresa, me dijo que sí, que sí bailaba tango. Le pregunté entonces que si iba a bailar hoy por la noche; me dijo que no. Entonces le respondí —pues desde luego que no, porque en ese piso no se puede bailar tango—. Para ese momento él ya se notaba molesto, así que empezó a caminar hacia afuera del auditorio, sin mirarme. Para cuando yo le respondí que no podía bailar tango en un piso así, me dijo —qué simpática que sos—, dándome la espalda y alejándose de mí a medida que caminaba. Yo le respondí de vuelta algo así como —y vos te crees tan simpático diciéndome estas cosas también—. Se fue.

Minutos antes, alguien ya había gestionado con otra persona del festival que también tomaba decisiones, que la zona de baile se moviera al escenario (tipo teatro). Otra chica quizo evitarme el mal sabor de boca de hablar con Cabral, indicándome que esto estaba ocurriendo a la par, pero yo ya estaba enlodada. Así que nada, la zona de baile se movió a ese lugar, las sillas continuaron dispuestas en forma en ∩, viendo de espaldas al escenario.

Quiero recalcar que esta milonga fue uno de los eventos de paga del festival. Por persona ajena a la comunidad de la UAQ cobraron 300 pesos la entrada y a la comunidad UAQ, 150. Yo ahora soy alumna de posgrado, por lo que pagué la cifra baja y aún así, no sólo por el trato del Mtro. Cabral sino también por las condiciones del espacio, me sentí timada. Pensar que una milonga puede fluir en un espacio con esas condiciones y pensar que cobrar 300 pesos por ello es correcto, me parece inadecuado, inclusive una falta de respeto a la comunidad tanguera.

El comportamiento de Cabral podría pasar desapercibido, pero hace un año estábamos saliendo de un paro por cuestiones de discriminación de género y abuso de poder por parte de la autoridad universitaria. Dudo mucho que él pensara anoche, que yo, además de tanguera, también soy estudiante de la comunidad UAQ. No sé si al saberlo habría cambiado el tono y se hubiera mostrado más abierto y amable. Pero esto no importa, porque como directivo del Enlace y Desarrollo Universitario y del festival, su trato tendría que ser políticamente adecuado y correcto hacia cualquier persona. Su casi escurrimiento de tener una conversación conmigo da pie a pensar muchas cosas, desde una actitud misógina hasta una racista; y aunque no podría confirmar cuál, no tendría que haberme sentido así. Mi consulta sobre el piso era de un interés genuino para que la milonga fluyera de mejor manera, que inclusive le habría beneficiado a él como director del festival y organizador de ese evento. Pero nada, a sus ojos pareciera que yo era una mujer sin fundamentos, sin idea de lo que estaba solicitando, tonta por pedir algo y eso sí que me revienta. 

Haber bailado sobre un piso plástico lo hubiera podido tolerar; bailar sobre un escenario sin luz ni sonido adecuado lo hice; haber pagado por una milonga que no tenía estructura de tal, me costó trabajo, pero también me lo banqué; pero la actitud del Mtro. Cabral, como administrativo de la UAQ, es algo que tiene que parar: no se debe maltratar a nadie y menos, desde una posición de poder, eso tiene que quedar claro y no dejaremos de recordarlo una y otra vez hasta que la dignidad se haga costumbre, hasta que las jerarquías de poder se diluyan y la discriminación de género deje de normalizarse.

Notas y referencias

(1)  Presentación: Dirección de Enlace y Desarrollo Universitario https://extension.uaq.mx/index.php/dependencias/dependencia-enlace-y-desarrollo-universitario 

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